lunes, 1 de febrero de 2016

Y cayó, como caen las ojas en aquel parque cada otoño. Y sin previo aviso, volvió a florecer como cada primavera florecían los besos en tus comisuras.

Que odias la leche fría...

Jamás te podrías haber imaginado que en tan poco tiempo alguien descubriera que solo te gusta el chocolate negro, que la manzana te da hambre, que bailas exactamente tres canciones frente al espejo antes de meterte en la ducha, que odias la leche fría y que odias el café largo.
Tal vez ni tu te has dado cuenta de que duermes con la mano izquierda en la cadera y la derecha en la cintura, que guiñas un ojo cuando te peinas, que mueves el culo cuando te pones las camisas...
No sabes que conviertes mis semanas en milésimas y que me gusta la manera en la que caminas rápido por mi pasillo.

23:37

Por un momento cerró los ojos. No sabía que estaba respirando tan fuerte y profundo como lo hacía. Notaba como su pecho se oprimía y sus músculos se tensaban.
Apretaba sus manos con fuerza, visualizaban un nirvana común y próximo para ambos, el paraíso más efímero que jamás volverían a tener.
Sus piernas se relajaron y y un abrazo selló la entrega.

Y sus sonrisas cerraron el amanecer.