sábado, 4 de noviembre de 2017

Quizá hoy no es el primer día que no le dedico a nadie una carta... y tal vez es porque ya nadie aprecia el valor de las palabras... Todxs están cansadxs de no hacer nada y agobiadxs porque llega el frío y nadie les arropa.
A mi el frío ya me puede, se me mete dentro de los huesos pero ya ni me duele. Me he hecho inmune, pero claro, cómo no voy a hacerme inmune si lo que no te mata te hace más fuerte...
¿El dolor nos hace fuertes o hemos creado la construcción social de que esto es así? Me han hecho más daño las personas que las heridas al caer de la bici cuando era pequeña; me siguen doliendo más las personas y por eso le hecho la culpa al frío. Pienso decir durante todo el invierno que es el tiempo el que provoca que la gente se vaya, que no esté, que desaparezca...
Lo mejor es ver todos esos muros de las redes sociales y los pies de foto, llenos de letras de canciones (que jamás habéis escuchado) contando la falta que os hacen las caricias y lo sola que se siente vuestra cama.
A mi mí cama me da igual, estoy segura de que ella no me echa de menos cuando no estoy; como se que hay personas que tampoco saben que me dan más frío en esta época y de las cuales necesito más calor.
Creo que también están las personas que son diluvio; para mi son las que vienen poco y cuando aparecen solo te meten esa maldita humedad hasta en la médula y luego te dejan en sequía... Al igual que los huracanes, que sin previo aviso te ponen la vida del revés y después nada tiene sentido ni arreglo.
Arreglar... que palabra, ¿se puede arreglar algo que esta roto? va a seguir teniendo ranuras por donde entre el frío... hay que saber escoger las manos más cálidas y abrigarnos a nosotrxs mismxs.
Existen entonces personas que son primavera todo el año, que siempre dan calidez, que te tocan y ya no quieres conocer otras manos... hasta que me dejen de romper, le seguiré echando la culpa al frío.
Los papeles cambian y las pieles se rozan.
Y tu aprietas y que gusto sentirte cada vez más cerca
y yo menos rota.